Tras el confinamiento, para todos han cambiado cosas. Ha cambiado la percepción que teníamos de la vida, de nuestra forma de mirar el mundo, las prioridades de nuestra existencia … Y, en muchos casos, se ha activado nuestra semilla más creativa.
En momentos de crisis, en esos períodos en los que creo que estoy perdida o que está todo perdido a pesar de mi voluntad, entonces he corrido a refugiarme en el arte.
Durante los meses de confinamiento como no podía ir al taller estuve creando en mi mente. Ahí surgieron una serie de piezas que se inspiran en una vuelta a los orígenes, al bosque, a lo natural, a la tierra, a lo genuino como forma de regresar a lo esencial y a cosas más cercanas a nosotros.
Estuve pensando en el nombre que podía darles y se me ocurrió titular a esta nueva serie de piezas con la palabra orígenes. Entonces surgió la idea de utilizar barro rojo para su realización. Me puse a imaginar cómo serían las primeras piezas de barro de nuestros antepasados. Probablemente nacerían de la necesidad de utilizar algún recipiente para contener alimentos y estuve leyendo que cuando los cazadores recolectores nómadas empezaron a modificar sus hábitos criando animales y cultivando plantas, surgió la alfarería, que propició toda clase de herramientas y receptáculos.
Me apetecía volver a usar esta arcilla que fue con la que comencé aprendiendo hace ya más de 20 años cuando tuve mi primer contacto con el barro. Estudiaba en la escuela de arte y en clase trabajábamos con el torno y usábamos barro rojo de baja temperatura. Por aquel entonces elaborábamos cerámica utilitaria: tazas, platos, cuencos … cosas funcionales. Cuando empiezas a comer en loza no comercial te cambia toda la experiencia de tu propia casa.
La cerámica y la alfarería fueron de los primeros inventos del ser humano y de ahí también la idea de llamar orígenes a esta nueva serie de piezas. Además quería que todas ellas fueran de formas simples. Considero que mientras más sencillo sea el proceso, mayor será la magia que posea el objeto y también como recordatorio de aquellas primeras piezas neolíticas. Para mi el barro es parte de una forma de habitar el mundo. Me conecta con lo primigenio ya que su elemento principal es la tierra que posee la edad milenaria del planeta.
Indagar en los orígenes de las cosas siempre ha sido motivo de fascinación para mi. Creo que no podemos comprender nuestra experiencia contemporánea si no miramos cuándo, cómo y dónde empezó todo.