HOMBRES PÁJARO

Y un buen día , un grupo de hombres decidió vivir en las ramas de los árboles. Eran hombres cansados de habitar tierra firme. Desde allí arriba las cosas tenían una perspectiva diferente. Palabras como prisa cobraban un sentido distinto.

Al principio eran sólo hombres pero con los años, algunos desarrollaron alas que les permitían volar. Ooooohhhh, volar, esa si que era una sensación de completa libertad. Esas alas finas y acentuadas que habían desarrollado algunos de ellos les permitían alcanzar velocidades extremadamente altas. Podían sostenerse y moverse por el aire como insectos, elevarse, desaparecer con mucha rapidez o inesperadamente. En definitiva, vencer la fuerza de la gravedad. Era realmente grandioso.

Y desde arriba observar el mundo. Allí estaban los otros. Aquellos que un día eran tan parecidos a los hombres pájaro.

Hacía mucho que Samuel no miraba hacia abajo. Se había olvidado de los que vivían en la otra parte del mundo. Olvidó lo que era una casa, una hipoteca, un trabajo. Olvidó esa gran mochila llena de cosas que apresaban al hombre en la tierra. Afortunadamente para él aquello era tan sólo un vago recuerdo.

Ahora Samuel disfrutaba contemplando como crecían las hojas en las ramas de los árboles, el vuelo de una mariposa, como construía un ave su nido. Había aprendido a mirar con otros ojos ( Teresa Aguilar Iglesia).

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